El Atlético sobrevivió a un inmenso Celta y cosechó un empate en la ida de los cuartos de la Copa gracias a la sensacional actuación de De Gea. El portero rojiblanco salvó a su equipo en la segunda parte y privó a los gallegos de una cómoda victoria. Las bajas 'colchoneras' permitieron la titularidad de Tiago y el regreso de Pernía tras recuperarse del grave accidente.
Valiente, osado, atrevido y con un juego dinámico y de toque imposible de ver en muchos partidos de Primera. Así se plantó el Celta en el Calderón, dispuesto a firmar la machada y sumar una muesca más a su listado de víctimas honorables, donde ya se encuentran Tenerife y Villarreal. Un ejemplo de la transformación que produce la Copa en los más humildes. Los vigueses, un conjunto que a duras penas se mantiene en la categoría de plata, puso en un serio compromiso a los madrileños.
Sin tiempo para que la afición rojiblanca pudiera apreciar qué Atleti saltaría sobre el campo, los gallegos regalaron a sus seguidores una jugada propia de los Barcelona o Real Madrid.
Taconazo espectacular de Iago Aspas que sorprende a la zaga madrileña y permite a Trashorras superar con maestría a De Gea.
Otra noche de sufrimiento, debieron pensar los aficionados rojiblancos. No se equivocaron. Sin embargo, los pupilos de Quique no desesperaron y con el Kun como único referente en ataque, por la suplencia de Forlan, se lanzaron en busca del empate. Pero las ganas de igualar el marcador dejaron numerosos espacios atrás que los vigueses aprovecharon.
Tras una oportunidad de Ujfalusi que salvó Joel, el Atlético logró el empate con un cabezazo de Tiago tras un córner. El portugués, que se estrenó como goleador rojiblanco, completó un partido perfecto desde el punto de vista táctico, ayudando en defensa y apoyando la salida del equipo. Aportó sosiego, madurez y solvencia al centro del campo, algo muy necesario en el conjunto 'colchonero' en los últimos años.
Pero el Celta no se inmutó e insistió en su estilo. Los gallegos eran los dueños de un esférico que movían con soltura y rapidez.
Trashorras y Iago Astpas mareaban a los centrales rivales. La sensación de peligro cada vez que los arietes vigueses se acercaban al área de De Gea era patente. A diferencia del choque de Huelva, la actitud de los rojiblancos fue correcta, sin dejar de meter la pierna en ninguna jugada. El problema radicó en que el Celta jugó un fútbol de muchos quilates.
El segundo tiempo fue algo más trabado. Quique dio entrada al tocado Forlán por el desaparecido Simao. Pero el Atlético no dominaba el encuentro y se mantenía atrás replegado a la espera de una genialidad del Kun. Sin embargo, el protagonista rojiblanco fue De Gea. El canterano realizó tres intervenciones soberbias, dignas de un portero llamado a hacer cosas grandes. Los pupilos de Eusebio dejaron con vida a un Atlético que se vio superado en todo momento por un Segunda División.
Fuente: La Voz de Galicia.
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